Puente de los Nueve Arcos

Construido a 3100 m sobre el nivel del mar, entre los picos rocosos de las Tierras Altas Centrales; los Nueve Arcos forman un viaducto entre las estaciones de tren de Demodara y Ella. Construido completamente de ladrillo, roca y cemento, sin una sola pieza de acero, el puente ha permanecido firme desde 1921, año de su creación. Según la historia, el puente fue construido por los lugareños utilizando estos materiales cuando la construcción se detuvo por la falta de acero causada por la Primera Guerra Mundial. Pero además de esta historia, abundan las leyendas sobre la creación del puente.

La historia más famosa habla de un hombre llamado P. K. Appuhami, que vivía en la zona de Kappatipola en Melimada. Nacido en 1870, Appuhami fue un reconocido tamborilero tradicional y bailarín de demonios (una forma de danza ritual). Un día, mientras regresaba a casa abatido tras perder una competición, fue visto por un funcionario británico. Al principio, el hombre se asustó mucho de la figura demoníaca (Appuhami todavía llevaba su traje de baile), pero pronto se hicieron amigos. Al enterarse de que el extranjero estaba en su zona para construir un ferrocarril, Appuhami le ayudó proporcionando mano de obra de las aldeas locales.

Sin embargo, las cosas no fueron bien con la construcción del ferrocarril. Descubrieron que no podían construir un puente que uniera un gran hueco entre dos colinas, ya que había un pantano en el valle intermedio. No era posible crear una base firme debido al terreno fangoso. Al enterarse de esto, Appuhami pidió hacerse cargo del proyecto del puente. Aunque al principio fue rechazado, más tarde aceptaron, ya que se había ganado su confianza mediante su ayuda y amistad. Según la historia, Appuhami comenzó a trabajar en el puente en 1913. Resolviendo el problema del terreno inestable, arrojó enormes rocas al espacio hasta formar una base sólida de piedra. Luego construyó las columnas de ladrillo del puente sobre esa base y continuó con la construcción.

Los métodos de construcción utilizados por Appuhami resultaron ser tan intuitivos y rentables que completó todo el proyecto, que debía durar muchos años, en solo un año y por una fracción del costo original. Los funcionarios británicos quedaron tan asombrados de que los “salvajes” hubieran completado un proyecto tan grande con tanta facilidad que se negaron a creer en su solidez estructural. En ese momento, Appuhami juró que demostraría la fortaleza de la estructura acostándose bajo el puente cuando se usara la vía férrea por primera vez. Una vez terminadas las vías, cumplió su promesa, asombrando a los funcionarios con su hazaña.

Lo más interesante es que la historia también cuenta que a Appuhami se le ofreció el pago en forma del dinero ahorrado gracias a sus métodos de construcción económicos. La leyenda habla del día feliz en que Appuhami regresó a su aldea con cuatro carros llenos de monedas de plata. Luego las gastó en comidas para su aldea y las aldeas vecinas durante dos días enteros, y también dio a cada aldeano una moneda de plata.

Independientemente de la veracidad de estas historias, el hecho es que el Puente de los Nueve Arcos, con sus nueve arcos elegantes y su sólida construcción, es una de las pruebas de la habilidad en ingeniería de Sri Lanka.